La enfermadad celíaca es algo más que una simple alergia alimentaria: se trata de una enfermedad autoinmune de carácter genético, que se caracteriza por una reacción inflamatoria en la mucosa intestinal, dificultando la absorción de nutrientes. Es difícil de identificar a edades tempranas -según datos de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España, la celiaquía afecta a 1 de cada 100 españoles, y sólo el 25 por ciento de los casos está diagnosticado-, ya que los síntomas varían desde la hinchazón, hasta las indigestiones ocasionales, el estreñimiento, la diarrea o las náuseas.

Los niños celíacos lo tienen especialmente difícil a la hora de hacer frente a su enfermedad, especialmente porque restringe ciertos grupos de alimentos, convirtiendo lo que antes sería un snackde media tarde o un desayuno preferido en una tentación, que les pone malitos si ceden ante ella.

Convivir con la celiaquía no es un problema, aunque en los casos de niños intolerantes el nivel de complejidad aumenta: controlar la dieta de un niño celíaco una vez sale por la puerta de casa es casi imposible, aún cuando le expliquemos con detalle lo que implica comer un alimento ‘prohibido’. Desde Genius Gluten Free nos ofrecen algunos consejos para hacer más llevadera esta enfermedad, tanto para los padres como para los propios niños:

1. Comunicación fluida entre padres e hijos. Ocultar al niño su enfermedad no le ayuda ni a entender, ni a aprender a convivir con ella. La información debe producirse lo antes posible y es responsabilidad de los padres darla de forma clara, respondiendo siempre a las dudas e inquietudes del pequeño. Para hacerlo más fácil, existen libros de ayuda para mejorar la comunicación entre padres e hijos acerca de la celiaquía.

2. Educación desde pequeño. No es necesario esconder los alimentos con gluten; al contrario, es importante mantenerlos en casa para enseñar a distinguir al niño entre lo que puede comer y lo que no. Es tan sencillo como preparar una lista de alimentos ‘buenos’ y una lista de alimentos ‘malos’: solo así aprenderá a decir ‘no’ a aquellos alimentos que no pueden probar.

3. Diferenciación. En esta labor educadora, es importante separar los alimentos con gluten de los que no llevan en armarios diferentes y, en caso de optar por dos menús distintos, preparar primero el que no contenga gluten para evitar que queden trazas en los utensilios. Asimismo, cuando el niño sea lo suficientemente mayor, es recomendable enseñarle a interpretar las etiquetas de los alimentos.

4. Seguir una dieta equilibrada. Una alimentación libre de gluten es completa y saludable, siempre que se adecue a las necesidades del niño y se planifique a conciencia. Para garantizar una dieta equilibrada es importante incluir carbohidratos, proteínas, fibra, grasas, vitaminas y minerales, y utilizar siempre productos frescos. Asimismo, es conveniente que los niños tomen algún capricho de vez en cuando.

5. Comer en familia. Es importante que todos los miembros de la familia coman el mismo menú siempre que sea posible, para evitar así que el pequeño se sienta diferente o excluido. A día de hoy existen muchas alternativas sin gluten a los hidratos de carbono ricos en trigo, como la pasta sin gluten, la patata, el arroz blanco e integral o la quinoa.

6. Cocinar con los ‘peques’. Involucrar al niño en la cocina es una manera diferente y divertida para que aprenda de primera mano todo lo que puede comer y lo que no.

7. Prepararse antes de salir de casa. Es esencial informar a la familia, amigos y profesores acerca de la enfermedad para hacerles entender qué es y qué puede ocurrir cuando no se sigue la dieta correctamente. Si el niño come en casa de un amigo, siempre se debe comprobar qué alimentos habrá y si es necesario llevar productos aptos para celíacos. Asimismo, es recomendable tener siempre a mano algún tentempié ‘bueno’, por si resulta complicado encontrarlo cuando estemos fuera de casa.